sábado, 22 de noviembre de 2008

NO ESQUIVEMOS EL FUTURO
Bellísima Imagen Espacial Tomada por la Agencia Aeroespacial Norteamericana NASA

Viajamos a una velocidad colosal de 1620 kilómetros por hora para darle una vuelta a la Tierra cada día en tan solo un poco menos de 24 horas y contar con un nuevo amanecer. Y nos desplazamos todavía más rápido a una velocidad impresionante de 106920 kilómetros por hora para completar una vuelta alrededor del Sol y cumplir un nuevo año en apenas algo más de 365 días. Diariamente recibimos la energía del Sol cuya fuente de calor nos produce bienestar. Es la misma energía que causa el movimiento del aire y cuyo viento disfrutamos a cada instante a través de miles de manifestaciones. Las fuerzas gravitacionales entre el Sol, la Luna y la Tierra crean campos magnéticos que propician las mareas: ese rítmico y armonioso vaivén que estremece diariamente a los océanos. Simultáneamente en el firmamento se mueven millones de estrellas y planetas que nos ofrecen su asombrosa belleza y que admiramos tratando de auscultar sus misterios, algunos de los cuales aprendimos a descifrar hasta hace algunos años cuando iniciamos la carrera espacial más sorprendente que nos ha llevado a descubrir cosas maravillosas.

Hay momentos en que nos resistimos a creer y asimilar todas estas verdades tan extraordinarias, como si el ser humano en realidad fuera intrascendente, frívolo e incapaz de toda aprehensión y como si creyéramos que esa posibilidad estuviera reservada solamente a la mente de científicos locos a quienes debemos, sin embargo, el confort y el desarrollo que hemos logrado y que hoy disfrutamos en medio de vuelos a velocidad de crucero, viajes turísticos al espacio sideral, carreteras ampliamente iluminadas y pavimentadas en millones de kilómetros, comunicaciones instantáneas, enormes turbinas, gigantescos rascacielos, túneles monumentales terrestres y submarinos y ágiles computadoras que amenazan con desplazar a muchos seres de sus puestos de trabajo empujándolos a voltear la mirada hacia ellos mismos.

Todo eso no hubiera sido posible si no hubieran existido a lo largo de los años seres admirables que creyeron y han creído en su propia personalidad, en su voluntad de servicio, en su disciplina de hierro, en prolongar la existencia y en la locura que algún día se propusieron realizar, a pesar de las críticas, los fracasos y las tristezas. Sucede con frecuencia que nos dejamos consumir por el pesimismo y pronto nos aplasta la derrota en medio de un miedo apabullante que solo existe dentro de nosotros y que no podemos encontrar afuera porque es en nuestro interior en donde anidamos nuestra pereza, nuestro temor y nuestra desidia. Visto de esta manera, tenemos que entender que afuera lo que hay es multiplicidad de oportunidades esperando a que las transformemos en cosas útiles para la humanidad y para el bienestar personal e individual.

El ser humano progresista y válido, protagonista de su propio futuro, está creado para construir no para destruir, para hacerle frente a las adversidades y esquivar las asperezas, para ir más allá del horizonte que observa, para advertir el presentimiento de lo desconocido, para tener la facultad de ir tras lo que cree que es bueno y positivo y para levantarse cuando cae y continuar la marcha.

Tú eres una criatura del universo dotada de la energía suficiente para transformar lo inaccesible en posible. De ti depende superar tus crísis y llegar a ser estrella porque posees la fuerza enriquecedora que estimula el espíritu y solo necesitas de un aliento. El aliento que está dormido en tu interior y que solo requiere que lo animes mediante la decisión y la acción. Quienes nos han dejado el legado del progreso fueron y han sido seres de carne y hueso como nosotros con una sola diferencia: se dedicaron a amar lo que hacían sin reparar en la fatiga, sin detenerse en los posibles resultados frustrantes ni en la carencia de unos recursos que no poseían pero que se propusieron buscar y poner a su disposición hasta lograr sus objetivos.

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