Navidad es una temporada dedicada a los niños y, aunque no siempre volcamos nuestra total atención en ellos, los niños sí esperan durante estos días una mayor atención de parte de nosotros los adultos.
Los niños aprenden y reciben lo que les damos. Si les enseñamos a amar aprenderán a ser cariñosos, agradecidos, respetuosos. Si les enseñamos a perdonar aprenderán de los errores y de las equivocaciones y comprenderán el valor de la tolerancia y la convivencia, elementos indispensables para construir un mundo mejor. Si les enseñamos a compartir aprenderán a ser más humanos, más dignos y más justos. Si les enseñamos el valor del esfuerzo y del trabajo comprenderán que para triunfar se necesita dedicación y esmero y construirán un camino fértil de libertad y bienestar. Si les enseñamos a mejorar serán capaces de transmitir su energía y convertirse en gestores de futuro.
Navidad es una época llena de buenas intenciones, de luces y colores y una buena oportunidad para orientar y enseñar a los niños el valor de las cosas. En medio del disfrute y el esparcimiento vale la pena enseñarles a los niños que la vida la construye cada uno, poco a poco y que es a través del ahorro progresivo que se logran los grandes capitales para vivir mejor, para estar a la altura de las circunstancias, no gastando todo lo que se recibe, sino sacrificando parte de las utilidades para tenerlas a disposición en los momentos difíciles. Es parte de la abundancia que ellos, los niños, necesitan aprender para tener riqueza y ser felices.
Que las fiestas de Navidad sean también la oportunidad para despertar en los niños valores espirituales que los conviertan en seres valiosos. Que entiendan que no solo hay que recibir sino que es indispensable aprender a retribuir y a dar a los demás parte de lo que recibimos. Y como los niños no disponen de dinero ni de cosas materiales, que sea el momento maravilloso para enseñarles a dar amor, comprensión y agradecimiento.
1 comentario:
En medio de una sociedad que cada día regala sus más "valiosos" principios y valores morales a cambio de nada, se tiene que levantar una voz de protesta vivencial, que haga eco en aquellos oidos que la quieran recibir para que se conserve un remanente moral .
Digo vivencial porque nuestras acciones hablan más que nuestras palabras... Yo puedo enseñar a alguien el valor de no mentir, pero si mi aprendiz, me ve mintiendo, de nada sirve mi cátedra... La invitación : Vivamos y que nuestras vidas sean libros abiertos para todos aquellos que nos ven. Seamos esa voz en medio del ruido actual.
Publicar un comentario