viernes, 18 de enero de 2008

“Cuando llueve es que hay que llenar las jarras”.
Proverbio popular Chino
Un haragán es sorprendido por su madre leyendo un horóscopo: ¡Vago, sinvergüenza, en lugar de estar haciendo algo positivo! A lo que el muchacho responde: Quien la entiende: ¿no me dice que me preocupe por mi futuro?

Ocurre con frecuencia a personas y a empresas, que cuando se goza de bienestar y progreso, difícilmente nos ocupamos de las eventualidades que puedan cambiar el rumbo de nuestras vidas. En pleno siglo XXI somos imprevisivos o nos aferramos con fervor a la orientación de magos, adivinos, psíquicos y hechiceros esperando siempre que nos revelen el gran secreto para vivir bien, para amanecer millonarios de la noche a la mañana sin esfuerzo, y solo ad portas de condiciones inesperadas que exigen nuestra atención inmediata nos sobresaltamos y tratamos de dar solución a los problemas casi siempre con resultados negativos. Vasta ver cantidad de personas fracasadas o empresas quebradas porque no supieron prever lo que podría suceder hasta cuando la competencia, las falsas creencias o la vejez, las volvió añicos.

El resultado de la imprevisión y de la falta de acción es caro. No se trata de renunciar a vivir el presente por estar pensando en el futuro, ni de que aprendamos a tenerle miedo al destino sin saber con certeza cual pueda ser la suerte que corramos con el paso de los días. Se necesita equilibrio en lo que hacemos. Somos los gerentes de nuestras vidas y tenemos que aprender a administrarlas bien. Un ejecutivo afirmaba que un buen gerente debe ser bizco: tener un ojo puesto en la tierra que hoy pisa y el otro escrutando el panorama del futuro.

La infancia y la niñez son etapas maravillosas para percibir amor, ser felices, aprender, recibir orientación, conocer, explorar y durante la juventud desarrollamos nuestro potencial para llegar a convertirnos en seres extraordinarios capaces de orientar al mundo, a descubrir oportunidades interesantes y proyectarnos lejos.

Con el aforismo anotado al comienzo de este artículo no se quiere significar que es cuando hay mal tiempo que debemos asumir los correctivos del caso, sino que es pertinente, cuando gozamos de abundancia que hay que aprovechar la bonanza para los momentos de escasez. Para la mayoría de nosotros la preocupación por el futuro desafortunadamente comprende la programación para los años de relativa auto-sostenibilidad, pero no se extiende en términos concretos hasta la etapa de discapacidad senil o de grave enfermedad, ya que casi siempre vivimos el presente y vemos el futuro como algo quimérico y difícil de vaticinar, pero la Vejez también es parte del futuro.

Con certeza Peter Drucker decía: “Sabemos solo dos cosas acerca del futuro: no puede conocerse y será diferente a lo que ya existe y de lo que esperamos sea”. Es por eso que debemos vivir intensamente el presente que es lo único con lo que verdaderamente contamos, haciendo siempre las cosas bien para disponer de todas las comodidades cuando nos llegue el momento.

Tenemos que apropiarnos entonces es de nuestro porvenir, el cual se construye todos los días desde nuestros primeros años y del cual somos responsables mediante nuestras acciones; mediante nuestra formación; nuestro esmero; nuestra buena actitud hacia la vida y hacia la sociedad. No nos conformemos con lo que tenemos. Es menester pensar en lo que necesitamos y a trabajar para alcanzarlo.

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