Andrew Matthews
Su vida, al principio llena de las más profundas dificultades de subsistencia, estuvo matizada por el abandono, la soledad, el dolor y una insoportable cadena de humillaciones ante las cuales nunca claudicó, porque pudo más la grandeza de su sueño que las posibilidades de rendirse ante el fracaso. Hoy Christopher Gartner es un extraordinario hombre de negocios, quien a través de su fundación lucha por incrementar las posibilidades de empleo y el mejoramiento de las condiciones de vida de muchos ciudadanos.
A menos que usted quiera vivir simplemente como viven los demás, en esta biografía se nos confirma que los motores del vencedor en cualquier circunstancia de la vida son la diligencia, el autocontrol, la paciencia, la humildad y la fe en sí mismos en tanto que las causas del fracaso son sus antagonistas: el miedo a fracasar, la ira, la envidia, la soberbia, la falta de perseverancia e incluso el abuso del sexo, algunas de ellas divulgadas por la Iglesia Católica como virtudes y pecados capitales.
Es valiosísima la frase de Theodore Roosevelt quien alguna vez afirmó: “El honor pertenece al hombre que está en la arena, cuyo rostro manchan el polvo, el sudor y la sangre, que lucha valientemente, que yerra y falla por poco una y otra vez, que conoce los grandes entusiasmos, las grandes devociones y que se gasta en una causa valiosa, quien en el mejor de los casos conoce al final las mieles del triunfo y el logro, y quien, en el peor de los casos, si fracasa, al menos fracasa arriesgándose grandemente, de manera que su lugar no estará nunca con esas frías y tímidas almas que no conocen ni la victoria ni la derrota”.
Si queremos triunfar y sobresalir, es necesario considerar que al fracaso solo llegan los que nunca intentaron nada por miedo al fracaso. Podremos fallar muchas veces en nuestros intentos pero debemos considerar esas fallas como pasos de sabiduría hacia el éxito. El galardón siempre es para los que luchan, para los que después de caer se levantan y se sacuden el polvo para reiniciar la marcha con humildad pero con mayor inteligencia y fortaleza. En otras palabras, en la larga carrera de desilusiones, resbalones y caídas hacia lo que nos proponemos, fallar no es fracasar sino encontrar diferentes maneras de hacerlo aprendiendo de las equivocaciones.
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