viernes, 29 de febrero de 2008

Siempre surge la incertidumbre de si estamos preparados para vivir solos y resolver nuestros problemas de salud, invalidez o de vejez. La ley natural hasta hace unos años era nacer, crecer, reproducirse, envejecer y morir y como contraprestación se esperaba que la esposa, los padres en el mejor de los casos, los hijos, hermanos, nietos y demás familia estuvieran presentes en los momentos críticos. Pero con el tiempo las cosas han cambiado y la familia se ha reducido al mínimo hasta el punto en que las nuevas generaciones ya ni siquiera tienen en sus planes el papel de la reproducción.

¿Estar completamente solos es la solución? Parece que sí. El computador, las redes virtuales, el Ipod, el celular, los juegos de video y pronto los robots de todo orden imponen e impondrán su presencia en reemplazo de las relaciones que antes ocupaban el lugar de los padres, hermanos, hijos y abuelos. El sentido profundo del amor ha sido suplantado por el frágil y frívolo ejercicio del sexo por demanda y sin contraprestación alguna, algo que los animales han venido practicando desde siempre y en cuyo comportamiento cada vez nos parecemos más. Se acabaron los sentimientos. El ser humano es cada vez más solo, menos sociable y menos humano. Ya no interesan los sentimientos de amor hacia los padres, hacia los hijos ni hacia la esposa. Cada vez hay más amantes y menos amor. El hombre, la publicidad y el dinero han convertido a la mujer en un objeto del deseo y ella se ha dejado convertir en una mercancía. Se vende por la forma en que se muestra y por eso no hay necesidad de preocuparse por cultivar el alma ni el espíritu ya que el hombre paga por lo que ve y no por lo que siente en su intelecto. El ser humano se encuentra cada vez más enajenado y menos consciente de sí mismo. Los hijos están cada vez más solos, más independientes pero menos libres. Se deben al grupo, a sus pares y en muchos casos viven presos de la droga, las botellas de agua, la ruidoteca, los lujos y la ropa.

De las familias numerosas de la época agrícola se pasó a familias más reducidas en la era industrial y ahora en el tiempo de las comunicaciones hay mucho vídeo, mucho chateo, mucho correo electrónico y menos comunicación social y personal. Hasta hace poco la presencia de menos personas en el entorno personal había sido sustituida por mascotas que hacían las veces de compañeras y ayudaban a paliar la soledad y el desamor. Ahora las mascotas virtuales volvieron aún más fría la existencia y estamos entrando en una etapa de abandono en medio de tanta tecnología. Se han propuesto alternativas a los problemas de soledad y se están superado las dificultades de salud gracias al avance de la ciencia y la investigación pero quedan vigentes y son preocupantes las inquietudes sobre invalidez y vejez en un momento histórico en que precisamente la población se hace cada vez más vieja sin excepción en todos los países del mundo. Se necesita un replanteamiento del camino que debemos recorrer para saber si lo que estamos haciendo lo hacemos bien y si existe algo más placentero que el disfrute entre los humanos, a pesar de las diferencias.

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