La película relata la historia, poco creíble pero verosímil, de un muchacho muy humilde de un barrio en Bombay quien por amor logra triunfar en el concurso televisivo. Las críticas a la película no se hicieron esperar por lo que ella representa para las creencias del pueblo Indio por lo descarnado de las imágenes que se muestran sobre la miseria y el abandono y la cual, más que una obra de arte, es considerada en esas latitudes como una burla y una falta de respeto.
Pero aparte de las críticas que son usuales cuando alguien logra alcanzar el éxito y ante las cuales ningún triunfador debe darse por aludido, me parece indicado recordar la frase de Luis Nizer: “Un hombre que trabaja con sus manos es un obrero; un hombre que trabaja con sus manos y su cerebro es un artesano; pero un hombre que trabaja con sus manos su cerebro y su corazón es un artista” y esto sin duda es lo que sucedió con el director de la película Danny Boyle. Este hombre para lograr la excelencia se rodeó de los mejores sin lo cual no le hubiera sido posible alcanzar la categoría de mejor director en esta oportunidad. Y eso exactamente es lo que tiene que hacer todo triunfador. Rodearse de los mejores, dar lo mejor de sí mismo, ser exigente en su trabajo y con sus colaboradores y no admitir la mediocridad en ningún momento ni por ninguna circunstancia. No importa la crítica, el triunfo es de quienes trabajan con sus manos moldeando lo que quieren, con el cerebro sabiendo hacia dónde se dirigen y poniendo todo el corazón a lo que hacen. Desde luego este esfuerzo requiere de un gran trabajo en equipo lo cual exige una gran dosis de liderazgo y coordinación, pero es ahí en donde está el extraordinario papel de un triunfador.
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