viernes, 10 de julio de 2009

MUERE UN LIDER, NACE UN ÍDOLO

Michael Jackson como cualquier líder fue sin duda un ser extraordinario porque supo hacer de lo común algo distinto. Para nadie, hoy, es un secreto que poseía características especiales. Fue una persona entregada a su trabajo con la pasión por hacer las cosas bien en búsqueda de la excelencia, y lo logró.

Desde niño fue consciente de que debía superar las dificultades para poder triunfar. Claro, le ayudó el genio que llevaba dentro. Sin embargo cosas importantes para él fueron la autenticidad, la perseverancia, el trabajo duro y el ser exigente consigo mismo y con quienes trabajaban con el y para el. Lo demás: la fama, la trascendencia y la riqueza material vinieron por añadidura.

Las secuelas de su infancia dejaron huellas imborrables en su personalidad. Una deficiente autoestima generada en los primeros años de crianza lo condujeron a un desamor por sí mismo preocupación que se dejó ver en la necesidad constante de cambiar de imagen porque en su interior podía más la opinión que los demás pudieran tener de su figura. ¿Fue Michael Jackson un hombre feliz? Quizás si, quizás no. Solo él pudo saberlo. El deseo de hacer cosas en beneficio de los demás lo llevaron a olvidarse de sí, de su salud y de su bienestar por entregarse a otros, hasta que no pudo más.

Cuando decidimos escoger el camino que vamos a seguir en la vida es indispensable tener en cuenta el precio que debemos pagar según lo que queramos obtener. La fama exige hasta cierto punto el sacrificio de la familia y del confort en aras de entregarse en cuerpo y alma a los demás. Un desempeño equilibrado y armonioso es el resultado de nuestro ejercicio de volver de cuando en vez la mirada hacia nuestro iterior para identificar lo que realmente queremos para nosotros.

Leonardo Rivera Pérez
Secretos para triunfar

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